Podría decirse que, dentro de la tradición de la literatura homosexual, «La noche se me fue de las manos» (Alfaguara, 2019) repite algunos de los tópicos modernizados, no obstante, desarrolla el menos tratado, paradójicamente, a lo largo de toda la historia literaria: la vida en pareja.
Es verdad que la narrativa de temática gay ha tenido un largo recorrido, con hitos y obras vanguardistas, pero en la mayoría de ellas, el tema amoroso sucede bajo el manto del secretismo y la unión de una relación ilícita. Un libro como este era imposible concebir hace, cuando menos, 25 años. El contexto de aquellas épocas marcaba la imposibilidad de ejercer una relación sentimental a plena luz del día, mucho menos de conocimiento público.
Una novela como la de Max Ehrsam (Ciudad de México, 1970), nacida fuera de la represión social, es capaz de profundizar el apogeo de una pareja de hombres, como su caída, el monstruo que puede llegar a convertirse la ternura adolescente a consecuencia, no de un gobierno represivo ni una cultura violenta, sino por la misma caducidad del amor hecho adulto.
En Chicago, el narrador, un editor de libros para la enseñanza del español a los gringos, se enamora al instante de un portento masculino, rubio y joven llamado Nate. A través de los ojos maravillados del protagonista somos testigos del enamoramiento correspondido. Un flechazo fuerte en medio de las drogas, los cumpleaños, San Francisco y la pasión. Pero hay que recordar que la pasión es demencia: padecimiento, se hacen tonterías en nombre del amor.
En «La noche se me fue de las manos» el vínculo de felicidad instantánea poco a poco se complica por la impulsividad de las acciones de Nate. El vínculo se transforma en bucle. Los ideales de vida se contraponen. El estilo de Nate va de las supersticiones al desenfreno, del goce cariñoso a la exploración de una sexualidad más abierta y ansiosa que su amante no siempre es capaz de satisfacer. El narrador atraviesa una serie de fracasos emocionales que se vuelven inaguantables: los celos por el pasado de su novio, la incomodidad ante los amigos, la desfachatez del otro, el exceso, el remordimiento, los engaños. No hay droga efectiva para que la plenitud dure más de una noche.
La escritura explícita de Max Ehrsam apuesta por el tratamiento del sexo entre varones a lujo de detalle; en clave erótica, sin preciosismos, nos invita a la exploración del cuerpo masculino y lo que más vuelve loco a los hombres. Pero también nos recuerda que uno de los dogmas del amante ante el amado es que, a veces, el otro se abre y sucumbe a nuestro dominio solo para darnos el poder de destruirlo; en el fondo, eso es lo que el otro quiere también. La vulnerabilidad en el arrebato hace que los encuentros valgan la pena. El miedo de perderse por completo es más poderoso que la insoportable idea de seguir juntos, aunque sea a pedazos.
Los personajes de «La noche se me fue de las manos», primera novela de su autor, poco a poco comprenden que el sexo no es suficiente para llenar el agujero que se les ha formado en el pecho.
LA NOCHE SE ME FUE DE LAS MANOS de Max Ehrsam. Año de publicación: 2019 (Alfaguara). 279 páginas. ISBN: 978-607-318-070-2